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Madrid Años 20

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El mercadillo de El Rastro en 1920

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Pocas cosas son más castizas y madrileñas que El Rastro, un mercadillo callejero al aire libre de peculiar nombre que se celebra las mañanas de los domingos y días festivos en la calle Ribera de Curtidores, y calles aledañas (por la zona de Lavapiés-La Latina-Embajadores). Mercancías de todo tipo, objetos curiosos, anticuarios, etc. Y en los alrededores, tabernas y bares donde tomar el aperitivo y sentirte un madrileño más

Veamos como nació y por qué se llama así. Sobre el año de 1496, en la proximidad de la actual plaza de Cascorro, surge un matadero, 'El Matadero Viejo de la Villa'. Este mercadillo recibe el nombre de 'El Rastro' por el rastro que dejaban los terneros, que eran arrastrados desde el corral a los palos donde los degollaban.

En torno al Rastro se instalaron los talleres de oficios relacionados con el matadero, fundamentalmente los curtidores (de ahí el nombre de su vía principal), que utilizaban las pieles de las reses. Además de los curtidores, se instalaron aquí los zapateros de nuevo y de viejo. También las fábricas de velas, que entonces se confeccionaban con sebo o grasa de animal.

En torno al comienzo del siglo XIX, se asientan además los ropavejeros o traperos. Posteriormente los quincalleros, los libreros de lance y los comerciantes de artículos usados. Por último, se instalan un poco más tarde, al final del XIX, los almonedistas o anticuarios.

Con el tiempo, el arroyo de las Tenerías que bajaba por la Ribera de Curtidores, se entubó y se pavimentó la calle principal del Rastro. La Plazuela del Rastro pasó a ser una plaza cuando se derribó una pequeña manzana de casas que había frente a la calle de Maldonadas a la que llamaban, con razón, 'el tapón del rastro'. Junto con el 'tapón' desaparecieron las calles de El Cuervo y de San Dámaso. Durante siglos esta plaza se llamó Plaza del Rastro, salvo un tiempo en que se llamó de Nicolás Salmerón en homenaje al ilustre político y filósofo.

La práctica del regateo aún continúa en esta feria dominical de ropas y trastos viejos que es El Rastro. Entre los tipos populares de El Rastro, estaban los chulapos, las cigarreras de la próxima fábrica de Embajadores, los charlatanes que vendían crecepelos y elixires curalotodo, los soguillas o mozos de cuerda, los sacamuelas, los horteras recién llegados de la huerta, las gitanas, los guindillas (primeros policías municipales de Madrid) y un largo etcétera.

En El Rastro puedes encontrar artículos difíciles de encontrar en las tiendas habituales: muebles vintage, objetos curiosos o de colección. Puestos con antigüedades, venta de segunda mano, libros antiguos, componentes electrónicos, ropa, complementos... y prácticamente todo lo que se te ocurra.
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Recuerdo de pequeño las mañanas del domingo iba a El Rastro y bajaba hasta la plaza del Campillo del Mundo Nuevo, donde estaban los puestos de cambio de cromos. Estaba lleno de gente y decían que había muchos carteristas. Yo, tranquilo, pues si metían la mano en mi bolsillos solo podrían encontrar telarañas.

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